miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Educar en Redes Sociales?

En febrero de 2009 participé en una actividad propuesta por la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid sobre las Redes Sociales en Internet. Trabajé en una sesión con alumnos de 4º de ESO interesados y curiosos, la gran mayoría con páginas personales en alguna de esas Redes. Esto dio pie a una profundización y a trabajos de asesoramiento y orientación con tutores de algunos centros educativos de Madrid. Posteriormente desarrollé para la CEAPA unos materiales para padres que se encuentran en fase de borrador. Hace unos días me encontré otra vez con alumnos de 4º de ESO trabajando con los mismos materiales audiovisuales que en febrero y la sensación es que su percepción ante sus usos de las Redes había cambiado.
Hace algo menos de 20 años Erick Fronberg organizó un sencillo recurso para prevenir los efectos no deseados del éxtasis, las pastillas que surgieron como una moda en algunos circuitos juveniles de Amsterdam. Un número de teléfono conectado a un sistema de reproducción que describía los efectos del MDMA, principio activo del éxtasis, y los diferenciaba de otras sustancias psicoactivas con efectos no deseados (otros derivados anfetamínicos, efedrina, cafeína…) relacionados con el corte y la sustitución de substancias que en ocasiones realizaban los productores y distribuidores. En pocos meses los usuarios de éxtasis realizaron una maniobra de ajuste sobre sus consumos: fueron selectivos y obligaron al mercado ilegal que los proveía a responder adecuadamente a sus demandas. Esto evitó un número importante de accidentes asociados con el consumo de estas pastillas y, en un sentido más amplio, impulsó un análisis sobre los modelos de intervención en el campo de la prevención de los problemas asociados al consumo de drogas. Considero que el efecto de la estrategia propuesta por Fronberg debió su éxito a la coincidencia de su dispositivo con las expectativas de muchos consumidores de éxtasis de utilizar estas sustancias con la clara intención de no encontrarse con sorpresas o efectos no deseados. El contestador activado sobre información de consumo satisfizo esta expectativa y se convirtió en un mecanismo de ajuste del mercado de estas sustancias.
Algo parecido me parece que ocurrió en estos meses ante las Redes Sociales en Internet. Mi impresión, tras las dos experiencias mencionadas es que los y las adolescentes las usan de una forma masiva y que no tienen la menor intención de exponerse a riesgos o dificultades innecesarios. El ajuste de los niveles de privacidad, la conciencia sobre los efectos de la exposición de información personal, la cautela ante terceros desconocidos… son cuestiones que parecen claras y que remiten a posiciones de cuidado personal. Otra cosa es que los adultos debamos estar para ayudar. Algo de esto planteo en mi texto Redes Sociales y Adolescentes. Guía para padres y madres (si quieres acceder a la versión borrador pincha aquí:http://www.educa.madrid.org/cms_tools/files/ea0f3699-98f6-4d56-b2d0-32799d9b8ffd/RdScTxtA%20Blog.pdf ) y creo que es una función fundamental si bien exenta de heroicidades: se trata de ayudar para que los chicos y las chicas se cuiden ellos mismos.
Pienso en las autorregulaciones y en cómo Fronberg describió un sistema de autoajuste eficiente, lo que creo que ocurre actualmente con la información sobre los riesgos de las redes: ante una situación indeseada, los chicos y las chicas toman medidas.
Y pienso todo esto contradictoriamente con una de las noticias con las que me desperté esta mañana, efímera seguro, pero también claramente representativa de esta crisis “de valores” que nos anda vapuleando: la maniobra de General Motors para liquidar empleos (10.000) en Opel al negarse a vender la empresa a Magna una vez que recibió ayudas millonarias de los gobiernos europeos para propiciar esa transacción. Curioso esto del mercado y el papel de la transparencia en el intercambio.

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